miércoles, 20 de junio de 2012

Somos la única selección que no se ha abrazado con el pase a cuartos. ¡La única!

¿Qué nos pasa? ¿Por qué nos tenemos tanta rabia? ¿Por qué nos cuesta tanto experimentar la confianza ciega? ¿Qué ha hecho Vicente del Bosque o su equipo técnico para que a la menor oportunidad oscurezcamos su irrepetible éxito?

He leído las declaraciones de Del Bosque, que hastiado, y con razón, por estar siempre bajo sospecha, ha dicho lo que corona el titular de la entrada de hoy.

No sé si nos hemos fijado pero esta selección nos ha dado mucho más, pero mucho más, de que jamás podremos devolverle por más años que pasen. Y no me valen los cansinos tópicos sobre los dineros que cobran o los intereses que representan. Estos chicos, muy jóvenes, solo han conocido un estado que les ha colocado en la mejor selección del mundo: EL TRABAJO. Y eso ha querido decir RENUNCIA: han renunciado al tiempo libre, a la vida de chavales de la calle, a su familia. Han puesto su enorme talento al servicio de un proyecto y sólo han podido marcar la diferencia a través de un trabajo intenso y continuado. Se han ilusionado generando las más altas expectativas y no han dudado en ser uno sólo cuando se ha tratado de la selección.

No podemos alimentarnos de su éxito para calmar nuestra frustración, y acto seguido no perdonarles el éxito y no otorgarles nuestra plena confianza.

Vicente del Bosque y su equipo técnico rezuman sabiduría por todos sus poros. Toman decisiones y eligen. Asumen su responsabilidad y entienden lo que conviene al bien mayor de la selección.

Nosotros, el resto de los casi cincuenta millones de seleccionadores y entrenadores que somos rezumamos prejuicio, catastrofismo y envidia de un equipo técnico sin igual y de unos chicos muy especiales, comprometidos, trabajadores y entusiastas.

Ellos tienen mi confianza y mi más profunda admiración. Todo cuanto puedo hacer que tenga que ver conmigo es aprender de ellos.

Al éxito no se llega porque sí. Preguntadle a ellos.

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