Esta parte es muy interesante, la de la correctora
literaria: Marisol Oviaño. Me dio p’al
pelo, si se me permite la expresión. Me vapuleó de lo lindo. De los casi
ciento ochenta folios que le entregué de “Anochecer en El Puerto”, creo que
puedo presumir de haber sido el escritor con más correcciones, tachaduras,
páginas borradas, frases sin sentido, diálogos estúpidos e inconsistentes,
problemas de estructura, de sintaxis, con elipsis absurdas, con giros
contradictorios, con planteamientos chorras, de toda la historia de la
literatura universal.
Prometedor comienzo.
Cuando tuve la sesión con Marisol en su taller literario y
vi el manuscrito, que había engordado el doble por la enorme cantidad de post
it que había en su interior lleno de toda clase de enmiendas, creí morir.
Me vine abajo.
-
No eres un mal escritor, solo eres un escritor
novato.
Fue lo que me dijo al salir de su estudio después de más de
dos horas de feedbak o retroalimentación crítica que no me dejaba en muy buen
lugar. Pero así y todo me relajé algo, al menos era escritor, novato. Llegué a
casa y empecé a corregir la novela siguiendo al dictado las indicaciones de
Marisol. Ella previamente me había entregado un archivo con la obra corregida
en Word, pero yo quería ver todo el
proceso de corrección. Cuando empecé a pasar páginas, al llegar más o menos a
la cincuenta, me llamó la atención que no había prácticamente, no ya una
página, ni siquiera un párrafo que no hubiera necesitado de la observación y
corrección de Marisol. Me fijé y, con un profundo desconsuelo, vi que no se
salvaba ni una sola página del libro, y prácticamente ni un solo párrafo.
Y me vine abajo.
Esta vez sí decidí abandonar, exactamente igual que cuando
salí de la sesión con Marisol. Que le den por el culo a la literatura. Que
escriba su madre.
Afortunadamente me duró sólo unos pocos días. Tenía que
centrarme en los logros que eran lo que podían sostenerme en ese momento.
Marisol me dijo que ella no se reía jamás leyendo, ya le vale, y que con mi novela le había sucedido un par
de veces. También me dijo que yo no era mal escritor.
-
Pfffffzzzssss.
Y como no me quedó más remedio, me vine arriba.
No hay otra salida.
Seguiremos compartiendo. Esto que voy contando estos días
trata de la parte fácil. Salvo por el inciso de la selección española; pero es
que me toca las pelotas tanto listo, y hay que salir en defensa de lo mejor que
tenemos.
Y cuidarlo.